martes, 28 de enero de 2014

Valencia. La Milicia Angélica o El Cíngulo de Santo Tomás





  


   Dos ángeles ciñendo el Cíngulo a Santo Tomás de Aquino. Grupo escultórico del taller de Vicente Tena, Valencia. La fotografía parece realizada en el propio taller. Detrás han colocado una tela de fondo, y en la esquina izquierda parece asomar un rostro que mira a la cámara..





   La fiesta litúrgica de Santo Tomás de Aquino se celebraba antes del Concilio en la fecha de su muerte, el 7 de marzo, pasando desde 1969 a celebrarse el 28 de enero, día del traslado de sus restos a Tolosa, Francia.
   La Asociación Milicia Angélica o el Cíngulo de Santo Tomás, antigua cofradía muy extendida sobre todo desde el siglo XIX, y en Valencia establecida en la Iglesia de San Vicente Ferrer de Padres Dominicos, celebraba ya su fiesta titular el 28 de enero.
   Explicaba un librito de esta Asociación publicado en Valencia en 1917 que "sus afiliados ciñen constantemente a raíz de carne el Santo Cíngulo y rezan todos los días quince Avemarías o el salmo XV, con otras brevísimas oraciones, indulgenciadas por las Santa Sede. Además, todos hacen profesión de defender la doctrina del Santo Doctor de Aquino y amar tiernísimamente a la Santísima Virgen María, Reina de los corazones puros, esmerándose en la práctica de todas las virtudes cristianas, singularmente de la castidad."
   También se indicaba que "desde mediados del XIX se ha hecho popular el Ejercicio de los Seis Domingos de Santo Tomás. Principalmente lo hacen los estudiantes al finalizar el curso, cada año, implorando del Santo, además de las virtudes, el feliz éxito de su estudio. Su Santidad León XIII indulgenció con munificencia esta devota práctica, recomendándola al pueblo cristiano en general y de modo particular a la juventud de ambos sexos."



   

Oraciones para rezar las Quince Avemarías y deprecación a Santo Tomás de Aquino.




    Se añadía la siguiente oración final:

   Oh Dios que os habéis dignado armarnos con el Cíngulo Sagrado de Santo Tomás de Aquino, en medio de los rudos combates que tenemos que sostener en este mundo: humildemente os suplicamos nos concedáis por su intercesión poderosa vencer a los enemigos de nuestro cuerpo y alma, para que coronados con el lirio de la perpetua pureza, merezcamos recibir la palma de la Bienaventuranza, entre las puras legiones de los Ángeles del Cielo. Por Jesucristo Señor Nuestro. Así sea. 


  









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