domingo, 21 de diciembre de 2014

Valencia. La Navidad en la Catedral en un artículo de Sánchis Sivera, 1919






 Catedral de Valencia, escenario de representaciones sacras en Navidad.
Fotografía publicada en La Esfera, 2 de septiembre de 1923.
Fuente: Biblioteca Nacional - Hemeroteca Digital.



   Arquitecturas efímeras, tramoyas, decorados y figuras, cuadros bíblicos, pastores, niños vestidos de angelito, y hasta una Paloma despidiendo fuego... Representaciones y música sacras, tradiciones presentes en muchos lugares (véase, por ejemplo, "Villancicos de Navidad, que se han de cantar en la Iglesia Colegial de Xátiva en el año de 1813", Imprenta de Estevan, Valencia, disponible en la Biblioteca Valenciana Digital). Y tradición en la fiesta de la Natividad en una Valencia antigua que recogió el erudito canónigo José Sanchis Sivera en el artículo "La Fiesta de Navidad en la Catedral de Valencia", publicado en Oro de Ley en 1919, que reproducimos: 


   "Muy notables han sido las prácticas litúrgicas de nuestra Iglesia, lo mismo que las espléndidas manifestaciones del culto, en los siglos anteriores. Con el objeto de que no se pierda la memoria de lo que tanta importancia dio a nuestra Catedral en épocas que pasaron para no volver, haremos algunas indicaciones acerca de esta fiesta, que creemos contribuirá a realzar nuestras glorias religiosas.


  En los siglos XIV y XV y hasta mediados del XVI, se celebró en nuestra Catedral la Natividad del Salvador con gran pompa y brillantez, representándose una loa o composición lírica que exigía un aparato extraordinario. Desconocemos por completo la forma de esta representación. Sin embargo, de la lectura de los Libros de Fábrica, hemos adquirido gran número de noticias que, ordenadas cuidadosamente, nos darán una idea de la complicada tramoya que constituía la representació de la gloriosa Nativitat de Jesucrist.


   Desde el coro, en la parte de la Epístola, hasta el púlpito, que estaba en el presbiterio, se construía un tablado de bastante consistencia, sobre el que se colocaba un establo de Belén, dentro del cual hallábanse representados en figura la Virgen, San José y el Niño Jesús, elegantemente ataviados con trajes de ricas telas, rodeados de ángeles, serafines y querubines. En sitio no muy apartado veíanse unas torres simulando la ciudad sagrada, y en segundo término, contemplábanse las figuras de todos los profetas que anunciaron la venida del Mesías, también ricamente vestidos. Varios personajes de hombres y mujeres, representando pastores y pastoras, unos en figura y otros de carne y hueso, puesto que cantaban cuando el drama lo exigía, ocupaban el resto del tablado hasta ceca del establo, el cual aparecía iluminado por los resplandores que esparcían veintiocho gruesos cirios colocados entre las nubes que rodeaban los rayos de madera dorada, situados detrás de la imagen de la Virgen. Fuera del establo, y en el coro, hallábanse el árbol del Paraíso con las figuras de Adán y Eva, y encima de dicho árbol aparecía también el Niño Jesús, rodeado de serafines. En lo alto del cimborio colocábase un lienzo pintado que figuraba el cielo, y en la barandilla había veinticuatro niños vestidos de ángel con cirios encendidos, rodeando y haciendo la corte a la figura del Padre Eterno.


   Así todo dispuesto, a una señal convenida, abríase el lienzo colocado en lo alto del cimborio y salía una paloma de madera, cubierta de plumas de papel, la que, por medio de un mecanismo especial, llegaba hasta el retablo de Belén despidiendo fuego. Luego bajaba un ángel con un lirio en la mano, mientras otro ángel cantaba, alternando o haciendo coro con él una mujer o infantillo que la representaba, la cual llevaba la voz de la Virgen.


   Desde época muy remota se predicaba un sermón en latín en el aula capitular vieja, después del coro de la mañana de la vigilia de Navidad. El día antes, el que había de predicar este sermón entraba en el coro cuando se cantaban Vísperas con manteo y bonete, asistido del Bibliotecario con hábito de coro, y convidaba a todos los que estuviesen en él para oir dicho sermón. Esta costumbre subsistió hasta bien entrado el siglo XIX.


   También había la costumbre de construir dos vallas bajo el cimborio para que se colocaran las mujeres y estuviesen separadas de los hombres. En el primer salmo de segundo Nocturno salían del coro dos Canónigos, y acompañados de los nuncios y empleados, llevando antorchas encendidas,  recorrían todos los lugares retirados y capillas para ver si estaba todo con el orden y decencia debidos. Cantábase igualmente después de los Responsorios, villancicos en lengua vulgar. Al terminar los Maitines, se distribuían cirios a todos los asistentes al coro, lo mismo clérigos que seglares, de distintos tamaños, según la dignidad de la persona, y se tenían encendidos durante el Te-Deum, el canto del Evangelio, el Canon de la Misa y el Benedictus. Dicha la Misa del Gallo, empezaban a rezarse otras en los demás altares por los canónigos y beneficiados."


JOSE SANCHIS SIVERA
Canónigo de la Metropolitana de Valencia.


Fuente: Oro de Ley, 28 de diciembre de 1919.
Biblioteca Nacional - Hemeroteca Digital.


    Están disponibles en la Biblioteca Valenciana Digital varios de estos villancicos.
  







   Añadir, como curiosidad, que en esta Navidad de 2014 se ha realizado en la Basílica de San Jaime de Algemesí una decoración similar a la descrita por Sánchis Sivera (pareciera que siguiendo dicha descripción). Como ejemplo, el conjunto de Adán y Eva, aquí con el Ángel, situado en una esquina de la nave del templo:





 Adan y Eva. Decoración de Navidad, Basílica de San Jaime Apóstol de Algemesí, 2014.





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